9.05.2012

Programa 25 de Agosto

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El lenguaje que se veía morir. En la Argentina de fines de los sesenta, los interesados en las vastas novedades de la comunicación pensaban, lo mismo que la mayoría de los historietistas, que la historieta era un lenguaje en agonía. Tomaban en cuenta un tipo de historieta, la “seria”, que había conocido momentos de enorme difusión, y el hecho de que mantuvieran todo su atractivo de lectura las tiras cómicas o de humor que aparecían en diarios no atenuaba la sensación de pérdida irreversible producida por el estado de las publicaciones dedicadas al resto de los géneros del relato dibujado. Era muy fuerte todavía la sorpresa generada por la decadencia de las revistas dedicadas a la historieta “de aventuras”, “de guerra”, “de amor”... y por la certidumbre de que el público que había asegurado su vida social no parecía temer demasiado su muerte: los adolescentes sin preocupaciones literarias y los adultos alejados de los soportes narrativos y escénicos socialmente jerarquizados abandonaban cada vez más la historieta por el cine y la televisión, y la niñez de todos los orígenes, solamente por la televisión